Pregunta: “�C�mo puedo obtener la victoria en Jes�s?”

Respuesta:

topreadz.com/Espanol Pregunta: “�C�mo puedo obtener la victoria en Jes�s?” Respuesta: Como seguidores de Jesucristo, todos queremos vivir una vida cristiana triunfante. La Biblia nos asegura que Dios y Su Hijo Jes�s son vencedores y que los creyentes pueden compartir Sus victorias: “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de…

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Pregunta: “�C�mo puedo obtener la victoria en Jes�s?”

Respuesta:
Como seguidores de Jesucristo, todos queremos vivir una vida cristiana triunfante. La Biblia nos asegura que Dios y Su Hijo Jes�s son vencedores y que los creyentes pueden compartir Sus victorias: “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Se�or Jesucristo” (1 Corintios 15:57). De manera pr�ctica, �c�mo podemos experimentar la vida victoriosa que ha sido posible en Cristo? �C�mo podemos alcanzar la victoria en Jes�s?

En �ltima instancia, la victoria pertenece al Se�or, nuestro Dios (1 Samuel 17:47). Desde los d�as en que Israel sali� de Egipto, cada vez que el pueblo de Dios depend�a s�lo de �l, le daba la victoria sobre sus enemigos (�xodo 15). Los profetas del Antiguo Testamento constantemente se�alaban a un futuro Salvador que traer�a la m�xima expresi�n del triunfo de Dios: “Al�grate mucho, hija de Sion; da voces de j�bilo, hija de Jerusal�n; he aqu� tu rey vendr� a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna” (Zacar�as 9:9; ver tambi�n el Salmo 110:1). Sabemos que estas profec�as se refieren a Jesucristo, el Mes�as prometido, que ha vencido al mundo (Juan 16:33).

Jes�s obtuvo la victoria suprema en la cruz. Se expi� el pecado y se rompi� el poder del pecado y de la muerte (v�ase Juan 12:31 y 1 Pedro 2:24). Despu�s de la crucifixi�n y la sepultura de Cristo, �l resucit� de entre los muertos tres d�as despu�s, y ahora nosotros compartimos esa victoria. Satan�s pens� que hab�a ganado la �ltima batalla con la muerte de Cristo. M�s bien, esa muerte rompi� nuestras cadenas, nos liber� de la prisi�n del pecado y desarm� los poderes sobrenaturales del mal: “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisi�n de vuestra carne, os dio vida juntamente con �l, perdon�ndoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que hab�a contra nosotros, que nos era contraria, quit�ndola de en medio y clav�ndola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibi� p�blicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2:13-15).

La clave para alcanzar la victoria en Jes�s es la fe en Cristo: “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. �Qui�n es el que vence al mundo, sino el que cree que Jes�s es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5:4-5; ver tambi�n Romanos 8:37). El primer paso para la victoria en Jes�s es aceptar a Cristo como Salvador. Recibimos al Se�or por gracia a trav�s de la fe, y tambi�n vivimos en Su victoria por gracia a trav�s de la fe. Nuestra salvaci�n es un regalo de la gracia de Dios, y nuestra victoria en Jes�s es un regalo de la gracia de Dios (Efesios 2:4-8; G�latas 3:3).

�Cu�l es el alcance de la victoria que Jesucristo nos da? La victoria que Jes�s comparte con nosotros incluye la victoria sobre los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida (1 Juan 2:16). El triunfo de nuestro Se�or sobre la tentaci�n y el pecado (Hebreos 4:15; ver tambi�n Mateo 4:1-11) tambi�n se ha convertido en nuestra victoria: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (G�latas 5:24; ver tambi�n Romanos 5:20-21). El ap�stol Juan lo explica mejor: “Y sab�is que �l apareci� para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en �l. Todo aquel que permanece en �l, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os enga�e; el que hace justicia es justo, como �l es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareci� el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (1 Juan 3:5-8).

Jes�s ha vencido a Satan�s y a los poderes del mal (Juan 14:30; 16:11; Marcos 1:23-27; Lucas 4:33-36), y comparte esa victoria con nosotros. Jes�s dice: “Yo ve�a a Satan�s caer del cielo como un rayo. He aqu� os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os da�ar�” (Lucas 10:18-19; ver tambi�n Efesios 1:21-22). El escritor de los Hebreos explica que Jes�s particip� de carne y sangre y comparti� nuestra humanidad “para destruir por medio de la muerte al que ten�a el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre” (Hebreos 2:14-15). No debemos temer a la muerte ni al diablo porque participamos de la victoria de Jesucristo sobre ellos (Hechos 2:24; Romanos 6:9; 8:38-39; 2 Timoteo 1:10; Apocalipsis 1:18).

Mientras permanezcamos en este mundo ca�do, seguiremos teniendo luchas que superar y batallas que librar. A veces caeremos y fracasaremos. Sin embargo, seguiremos levant�ndonos, pidi�ndole a Dios que nos equipe con Su gracia y poder para vencer (2 Corintios 12:9). Como creyentes, luchamos nuestras batallas en el �mbito espiritual, de rodillas: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos seg�n la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucci�n de fortalezas” (2 Corintios 10:3-4). Dios nos ha dado una armadura espiritual para protegernos de los poderes de las tinieblas que nos hacen la guerra (Efesios 6:10-20).

La victoria en Jes�s es real y accesible ahora porque nuestro Se�or Jes�s ha derrotado a Satan�s y a todo poder maligno del mundo. Logramos la victoria en Jes�s descansando en Cristo (Mateo 11:28) y confiando en que �l triunfar� por nosotros (Romanos 5:17). Mientras permanecemos en la tierra, el Se�or reina victorioso por medio de aquellos que han sido liberados del reino de las tinieblas y trasladados a Su glorioso reino de luz (1 Pedro 2:9). Ahora bien, llegar� un d�a en que las victorias de Jes�s se realizar�n y se celebrar�n plenamente en los nuevos cielos y la nueva tierra: “Destruir� a la muerte para siempre; y enjugar� el Se�or toda l�grima de todos los rostros; y quitar� la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque el Se�or lo ha dicho” (Isa�as 25:8).

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